Durante el año 2010, el Tribunal Constitucional determinó la inconstitucionalidad de algunos puntos del artículo 38 ter de la Ley de Isapres. Así, se modificó el sistema de la Tabla de Factores de Riesgo por ser considerada discriminatoria.
“Resultaba incompatible discriminar por el riesgo individual de las personas siendo que son instituciones de seguridad social y ocupan el 7% obligatorio destinado para este fin”, comentó el presidente de la fundación, Tomás Lagomarsino, en cooperativa.cl.
Esto se transformó en una incoherencia arrastrada desde principios de la década de los 80, y desde entonces ha sido planteada por numerosos actores políticos, sociales y académicos, sin embargo, no se había planteado por un órgano del Estado hasta ese momento.
Tras dos gobiernos desde ese entonces, se han propuesto múltiples soluciones técnicas, siendo una la que se ha alzado con fuerza dado el respaldo desde el ministerio de Salud.
Este arreglo es un fondo de compensación de riesgo inter Isapres, “consiste básicamente en que cada una calcula el riesgo de su población asegurada y en base a esta información, y proporcionalmente, se transfieren recursos desde las Isapres con menor riesgo a aquellas con mayor riesgo”, indica Tomás.
La propuesta corrige el tema de la incongruencia de las isapres, principalmente porque introduce solidaridad al sistema. “Se aleja de ser un acuerdo nacional al solidarizar exclusivamente entre el 17% de la población. Muy similar a como las Fuerzas Armadas tienen un sistema de salud que es solidario pero ajeno al resto de la población”.
No son pocos los actores que se refieren a nuestro sistema de salud como uno mixto, sin embargo, es mucho más preciso definirlo como fragmentado. “Existen múltiples subsistemas por los cuales las personas obtienen una determinada cobertura en salud y cada una de ellas provee un aseguramiento diferente”, dice Tomás.
Lo mencionado por el presidente de Equidad es un punto fundamental a la hora de tratar el tema, por lo que estaríamos hablando sobre la existencia de salud para personas de primera categoría, con mejores determinantes sociales y capacidad de pago mayor, y existen las de segunda categoría, con un panorama totalmente distinto.
Son estas últimas las que integran Fonasa y que deben llegar de madrugada a un consultorio para conseguir un número de atención. “Son ellos los que deben esperar meses o años una intervención quirúrgica o atención por especialista y que muchas veces deben priorizar pagar un tratamiento en vez de llevar el pan a la mesa de su hogar”.
con información de cooperativa.cl